Las repercusiones no alcanzan y no terminan. Como un Gran Hermano que con su ojo todo lo ve, develando secretos, opiniones, informes y posiciones de la Secretaría de Estado de Estados Unidos. Las sorpresas, los secretos y los secretos a medias que empezaron a ver la luz el lunes y que prometen continuarse por varios días tendrán, sin dudas, muchas más consecuencias que las que los simples mortales, que hoy accedemos a ellos casi sin censuras, podemos siquiera imaginar.
Que la diplomacia norteamericana haya desplegado esta impresionante red de información a lo largo de los años y del planeta no puede sorprender a nadie. Si es válido sorprenderse de su débil seguridad, que fue burlada por una organización que no llega al millón de dólares anuales de presupuesto. Definitivamente, sentarse a hablar con un diplomático de Washington ya no va a ser lo mismo en el futuro cercano. Al menos yo tendría mucho más recaudo a la hora de contarle mis opiniones personales al embajador de Estados Unidos en mi país.
La discusión sobre la validez ética o su falta en el accionar de la organización WikiLeaks, que decide hacerse de documentos confidenciales y publicarlos casi literalmente, es, por lo menos, interesante. Si a eso le sumamos el debate sobre la forma en que se publican los datos, los medios internacionales elegidos para difundirlos y los distintos fundamentos que cada uno de éstos ha expresado, el debate se vuelve aún más interesante, tal me arriesgaría a clasificarlo como “esencial” para todos aquellos que trabajamos en medios de comunicación.
Entre los datos que vieron la luz por estas horas hay de los más irrelevantes y de los otros. Sabemos (chocolate por la noticia) que Berlusconi hace buenas fiestas, que a los Kirchner no les gustan nada las críticas a sus gobiernos, que el Brasil de Lula tiene una especie de doble discurso ante la lucha antiterrorista norteamericana, que para Obama cerrar la cárcel de Guantánamo es un verdadero dolor de cabeza y que a Estados Unidos no le agrada mucho el gobierno de Hugo Chávez. Todo esto ya lo sabíamos, pero ahora nos lo confirman fuentes “oficiales” de Washington y, como bien sabemos, las cosas cuando se dicen públicamente generan otras repercusiones que aún estamos por ver.
Pero además de confirmar varias de nuestras sospechas, los documentos revelados no solo afectaron la imagen de la diplomacia norteamericana, sino que ya comenzaron a generar recelos entre “naciones amigas” o “aliados estratégicos”. Empezando por los eternos aliados de Washington en Europa, que nada felices están de comprobar que a Estados Unidos el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, le parece un peligro para sus intereses en el extranjero. Tampoco le debe gustar a la canciller alemana Ángela Merkel que le digan por medio de todos los diarios del mundo que es “poco creativa” y que los principales partidos políticos de su país están plagados de espías. En Reino Unido no debe de haber caído bien que opinen de la familia real y hasta los traten de verdaderos alcahuetes, y en España no se habla de otra cosa que de la mala opinión que Washington tiene de su presidente y de cómo ha intentado interceder, a veces con éxito, en varios procesos judiciales.
Hay también miedos revelados de Estados Unidos sobre su “amigo” Pakistán y su socio de la OTAN, Turquía. Pero también hay miedos revelados de muchísimos países árabes (Arabia Saudita, Jordania, Qatar, EAU, Bahréin, Omán), que llegaron a pedirle más de una vez a Washington que intervenga militarmente en Irán para detener sus planes de desarrollo de energía nuclear (no era solo Israel el que hacía ruido en la región). ¿Qué tan maduras son las diplomacias de Medio Oriente para sobrellevar estas desagradables revelaciones? Cabe preguntarse.
También cabe preguntarse cómo va a reaccionar el régimen norcoreano después de saber que China, su único aliado, su hermano mayor, aspira a una fusión de las dos coreas con un dominio asentado en Seúl y no en Pyongyang. Y será interesante ver cómo las potencias emergentes del BRIC toman esta “confesión” de Estados Unidos, que en innumerables cables reconoce su avance y su creciente poder.
Y aquí en el vecindario, que parece tan unido por estos días, habrá que ver cómo caen las revelaciones sobre las intenciones de la Argentina de Cristina Fernández, dispuesta a interceder ante Evo Morales y Rafael Correa para “moderarlos” en sus posiciones antiimperialistas. Hay que recordar que aún quedan innumerables documentos relacionados con Colombia, Venezuela, Brasil y otros países de la región, entre los que está nuestro pequeñito Uruguay. Podrán rechazar todo ante los micrófonos y mirar heroicamente para el costado, pero las reuniones privadas entre diplomáticos, esas en las que se tejen alianzas y complots, no serán, al menos por mucho tiempo, lo que solían ser.
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