Yo creo que el tránsito en Montevideo es bastante caótico, que hay más autos de los que la ciudad puede soportar, que la infraestructura no da abasto, que las calles están en mal estado y muchas veces mal señalizadas, que los conductores muchas veces no saben conducir bien, que los peatones son demasiado imprudentes, que las motos hacen lo que quieren, que los taxis y los ómnibus se creen los dueños de las calles, que los encargados de controlar el tránsito y sancionar a quienes mal manejan están más preocupados por conseguir una cometa que por hacer cumplir las reglas.
Yo creo que los montevideanos son mugrientos. Lo siento por
los que no tiran un solo papel al piso, pero la mayoría son mugrientos, no les
importa la limpieza y después, son los primeros en quejarse. Y con alguna razón
se quejan, porque también creo que los servicios de recolección, clasificación
y limpieza dejan mucho que desear. Creo que la Intendencia no sabe como
resolver el problema y los clasificadores ensucian más de lo que limpian.
Yo creo que hay violencia en el fútbol, por eso dejé de ir,
porque pienso que los que van hoy al fútbol están enfermos de la cabeza.
También creo que hay violencia en las calles, que salís, y no sabes si volvés,
que te matan por un peso, o por nada. Sin embargo salgo todos los días y vuelvo
vivo, pero en la tele veo que alguno siempre se muere.
Yo creo que los empleados públicos no quieren trabajar, que
son vagos en su amplia mayoría. Pienso que los gremios son terribles corporativismos
burocráticos preocupados por el bienestar de unos pocos. Los cirujanos, los
anestesistas, los municipales, los estatales, todos.
Yo creo que los empresarios son en su mayoría unos chantas,
que buscan sólo el beneficio propio y si te tienen que cagar te cagan sin
problemas. Aliados de los políticos, que son corruptos o ineptos, porque en
este país, manda el que tiene plata.
Yo creo que los ecologistas son unos tranca pelotas y que
los que quieren el puerto, la mina y todo lo que viene atrás son unos tipos que
quieren llenarse de oro y después irse al carajo.
Yo creo que los menores están de vivos y que los que
infringen las leyes, deben ir presos, no para que se rehabiliten, porque las
cárceles son una porquería, para que no molesten en las calles.
Yo creo que el maestro Tabárez ya está pifiando y pide
recambio. Ojo, no soy mal agradecido, yo agradezco todo lo que hizo, pero ya
está para el retiro. Ya perdimos como tres partidos.
Yo creo que los argentinos son todos una manga de ladrones
del primero al último.
Yo creo que toda la educación (pública) está perdida, que ya
no sirve para nada.
Entonces, cómo creo en todo esto, voy por la ciudad
escupiendo insultos, tocando la bocina como si fuera un insulto más, pensando
que tengo adelante ineptos o avivados que me quieren cagar, despotricando
contra básicamente todo, hablándole mal a la cajera del supermercado, que es
más lenta que una tortuga, comentando con el vecino lo turra que es la otra
vecina, pensando que los viejos están complotados para hacernos la vida más
difícil, gritándole a la rubia que está más fuerte que un pino y que esa calza
se la arranco con los dientes, quejándome, puteando y quejándome un poco más.
Al fin y al cabo, no me puedo sacar de la cabeza que trabajo
como un loco, horas y horas, y no me da para comprarme lo que quiero, no me da
para ser rico (feliz) y a veces no me da para llegar bien a fin de mes. Tengo
derecho a quejarme, tengo derecho a putear. En casa, en Facebook, en Twitter,
en el trabajo y en la calle, dónde yo quiera, porque soy la víctima y los
demás, en su mayoría son pelotudos.
¿Dónde esta la alegría? Ya sé, suena paloma. La violencia nos está ganando el día
a día. Mañana es lunes, hace la prueba y ponele onda.
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