De repente llega Tabaré Vázquez, da un discurso sin mucho contenido pero en apariencia
con mucha pasión. La gente, toda frenteamplista, aplaude, se emociona. Las
cámaras de televisión se encienden. Por momentos da la impresión que estamos
ante el viejo joven Vázquez. Incluso habla de los jóvenes frenteamplistas, como si estuviera bien cerca de ellos,
como si los tuviera siempre muy en cuenta, como si fuera el representante por
excelencia de ese grupo siempre nutrido dentro del Frente Amplio. Vázquez se
baja del estrado, las vecinas se acercan a fotografiarse pero sobre todo a
abrazarlo, a sentirlo cerca. Al día siguiente llenará espacios de radios,
diarios e informativos de televisión con frases que no vale la pena analizar
mucho, como que “se terminó el recreo y ahora no paramos hasta octubre” o que “el
Frente Amplio va a continuar en el gobierno nacional (porque) el pueblo
uruguayo es inteligente”.
Vázquez es a los ojos de la inmensa mayoría, el próximo
presidente de todos los uruguayos. Lo creen casi todos los sectores del Frente
Amplio, lo cree el mismo, lo cree la gente y lo verifican las encuestas. Tenía
razón él, cuando dijo mencionó como único obstáculo para su vuelta a la arena
presidencial a “la biología”. Al parecer, Vázquez tiene hasta a “la biología” de
su lado.
¿Entonces qué? Muchos miran al próximo Congreso del Frente Amplio con ganas
de empezar a definir un programa de gobierno en concreto y a la medida del
próximo presidente y de los tiempos que la tercera administración del FA deberá
enfrentar. Allí en el Congreso se debatirán e incluirán las líneas
programáticas del gobierno, y puede tal vez empezar a hablarse en serio de
candidatos a vicepresidentes. Mientras muchos frenteamplistas comprometidos, que
representan de forma a veces clara y a veces dudosa al pueblo frenteamplista
ponen sus cabezas a pensar en un nuevo programa y en todo lo que quieren para
el Frente Amplio y su más que posible nuevo gobierno, yo, que represento de
forma muy dudosa al votante del FA, me pongo a pensar cuál es el Frente Amplio que
no queremos.
Pichones. Había dos nombres, yo no me termino de explicar por qué, que
sonaban bien para futuro vicepresidente o presidente. Ambos con buenas
experiencias ejecutivas y ambos provenientes de grupos políticos muy
minoritarios dentro del Frente Amplio. Por un lado, Raúl Sendic, por el otro,
Oscar de los Santos.
A la primera tanda de presión, no respondieron del todo bien.
Raúl Sendic se dedicó a aclarar que no es homosexual (todo lo que haya dicho en
esa entrevista y en las siguientes no tuvo ni tendrá la repercusión que su
afirmación tuvo) y Oscar de los Santos, desde el exterior, piensa como hacer
frente a un escándalo de compra de votos en las internas de su propia lista en Maldonado, dónde se pretendía elegir al candidato oficialista a las municipales
del 2015.
No queremos un Frente Amplio dónde las distintas figuras
políticas deban aclarar su orientación sexual, o dónde la orientación sexual
sea un motivo de peso para elegir o descartar a un posible candidato. Tampoco
queremos un Frente Amplio dónde los dirigentes locales anden comprando votos.
Esa, es una costumbre de otros partidos, y es precisamente lo que marcaba una diferencia
entre unos y otros. Da mucha pena pensar que los mismos que salieron a la
compra de votos de borrachos y necesitados, hoy siguen sentados en un gabinete
municipal, pero confiamos en que el flaco de los Santos haga lo correcto.
Constanza. No queremos un Frente Amplio con candidatos invisibles. De
nada sirve decir que una candidatura “suma” pero no trabajar para que sume. Los
medios pueden invisibilizar a un candidato, pero el Frente Amplio no debe
hacerlo. ¿Qué lugar le dará el partido a la candidatura de Moreira? Sólo el
tiempo lo dirá. Acercar votos de un sector disconforme con la candidatura de
Vázquez no asegura que esos votos tengan un peso real en las decisiones que
tomará la fuerza política de cara a un tercer gobierno.
El Pato Celeste. No queremos un Frente Amplio amigo de Paco Casal. No lo queremos,
no me preguntes porqué, porque debería ponerme a escribir sobre la asignación (¿a
dedo?) de canales de TV Digital y sobre los manoseos que desde el edificio de
Presidencia se podrían estar haciendo a la DGI.
Chacritas. No queremos un Frente Amplio dónde cada sector cuide su
chacrita a cualquier costo. Dónde el Partido Comunista pida candidaturas únicas
para ganar un poco más de cancha, dónde el Frente Líber Seregni emita
comunicados públicos contrarios al proceder del Poder Ejecutivo que ellos
mismos conforman, dónde el MPP apoye la candidatura a la Intendencia de Maldonado del diputado que casi tranca una de las leyes fundamentales en
materia de derechos civiles (y que aún sigue sin aprobarse).
Verde. No queremos un Frente Amplio que ponga siempre el interés
económico ante el interés ambiental. Ojo, no estoy hablando de ambientalistas
de cartón, estoy hablando de grandes proyectos como el de megaminería, el
puente sobre Laguna Garzón, la ubicación ideal de la planta regasificadora o el
permiso para aumentar la producción a grandes transnacionales como UPM, que
siempre parecen dejar mucho que desear.
Pensar qué Frente Amplio queremos para avanzar en un tercer gobierno
de izquierda, también es pensar que Frente Amplio no queremos. Porque en 10
años de gobierno, no todo puede haber sido fantástico, y la autocrítica es tan
justa como necesaria.
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