El feminismo, y en particular la lucha por la igualdad de
derechos entre el hombre y la mujer, es tal vez una de las mayores luchas que
podamos llevar a cabo contra el sistema capitalista.
No recuerdo otro momento en el que la shitstorm sobre la violencia hacia las mujeres se haya sostenido
durante tanto tiempo en las redes sociales. Tal vez esta relevancia la da el
terrible número de víctimas que murieron en tan poco tiempo que va del 2017,
tal vez sea el trabajo de hormiga que vienen impulsando distintos colectivos
feministas en el país y en la región, tal vez sean los comentarios
desafortunados de varias figuras públicas o tal vez sea la influencia eterna
argentina.
Probablemente sean todas esas cosas juntas y más. Lo que importa es
que no pasa un día en que no abrimos el Facebook o prendemos la tele y alguien
está hablando sobre violencia de género, derechos de la mujer o algún tema
relacionado directamente con la lucha feminista.
En Uruguay tendemos a pedirle al Estado la solución. Esta vez,
como las otras veces (diversidad sexual, aborto, marihuana, educación) el
Estado no tiene la solución. No al menos la solución total. No la tiene el
Estado y mucho menos la clase política o el sistema judicial, tan imperfectos
como la sociedad a la que representan y para la que supuestamente trabajan.
Combatir la desigualdad histórica entre el hombre y la
mujer, o mejor dicho, la explotación de la mujer por el hombre, es luchar
contra el capitalismo de frente y sin excusas. De otra forma, no creo que sea
una verdadera lucha. Podemos (y seguramente debamos hacerlo) manifestarnos en
la calle una y otra vez reclamando conciencia, decisiones y compromisos hasta
que una fuerza política con cierta sensibilidad de izquierda como el Frente
Amplio tome acciones, pero tenemos que entender que esas acciones no son el fin
de nada y seguramente sean rengas.
Podemos luchar hasta que el MIDES nos dedique un mes entero
de su comunicación, se nos asigne un color o varios y se nos promueva a hablar
del problema al menos una vez al año, o podemos ir por más y buscar hacerle una
zancadilla al sistema igualando a las mujeres con los hombres no sólo en el
papel, sino en los hechos y sobre todo en nuestras cabezas.
¿Cómo? Me encantaría tener la respuesta. Puedo adivinar que
necesitamos esforzarnos mucho más, auto educarnos y educar a los otros con
nuevos mensajes en forma y en contenido, dejar de explotarnos a nosotros mismos
y comenzar a trabajar en las micro violencias que terminan llevándonos a partir
una maceta en la cabeza de la mujer que alguna vez creímos amar.
La lucha por la
igualdad entre el hombre y la mujer es una lucha contra el sistema, o no
es. De nada nos sirve, como colectivo,
que el hombre que mató a su mujer vaya preso más años en una cárcel de este
país. Lo único que podemos hacer para honrar la muerte de esa mujer es llevar
adelante una lucha contra el sistema que generó a ese hombre asesino, un
sistema que, paradoja, no paramos de alimentar día a día.
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