Alguien lo tenía
que decir, y lo dijo el presidente. “Nos vemos en las urnas”.
Una frase suelta en
un hecho bochornoso pero que tiene mucho de simbólico. Hasta acá
llegamos con este juego de que los que protestan dicen ser “del
campo” y los demás les creemos. Esto no se resuelve con medidas
anunciadas desde el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca, se
resuelve en las urnas. Otra lectura de la frase: somos un país
democrático, y vamos a resolver esta confrontación política en las
urnas, cuando lleguemos a las elecciones (porque vamos a llegar a las
elecciones).
Después de años de
intentos tristemente fallidos, la oposición política empieza a
mostrar cartas realmente interesantes, o mejor dicho, efectivas. Una
movilización contra las políticas sociales y con reclamos
generalmente irreales pero que se legitima a través “del campo”
“el agro” y finalmente con la bandera nacional de fondo “un
sólo país”; casos de acomodo que salpican al Frente Amplio y que
caen en un discurso totalmente construido de “corrupción
política”; varios hechos sucesivos realmente violentos entre los
que destaca el terrible asesinato de la joven que trabajaba en el
supermercado y que refuerzan la retórica de la “inseguridad”.
Tres patas bien paradas sobre una economía que aún no vuelve a
crecer con fuerza. Reducir el Estado, acabar con la corrupción
imperante, terminar con la inseguridad. Nada nuevo bajo el sol, pero
esta vez parece que funciona.
No entraré en
detalles sobre cómo fue la caída del kirchnerismo o la entrada en
desgracia del chavismo. Lo importante es que en ambos casos las
principales herramientas para orquestar estas caídas fueron
aportadas por el propio kirchnerismo y chavismo respectivamente. A no
repetir errores.
En el contexto
regional actual, tres palabras “Estado”, “Corrupción” e
“Inseguridad” bastan para que se asocie el discurso con los
gobiernos antes mencionados de Argentina y Venezuela. Y eso, con el
siempre exquisito adobo de los medios tradicionales o conservadores,
ya es suficiente. El discurso es, una vez más, clave para el destino
de una sociedad. Y por primera vez en muchos años, a pesar de la
total falta de carisma que profesan sus principales líderes, la
oposición puede sentir que está asestando verdaderos golpes.
Mientras tanto el
Frente Amplio, siempre con problemas a la hora de construir discurso,
de disputar relato y de comunicar efectivamente, empieza a parecer un
boxeador ciego golpeado en la oscuridad. Lamentablemente, probando
soluciones cada vez más a la derecha.
Para algunos de
nosotros, es fácil entender que si el Frente Amplio encuentra la
solución a su ceguera moviéndose hacia la derecha, no importa si
gana o pierde en las urnas ante la oposición política, para los que
somos de izquierda, siempre será una derrota.
La imaginación
vuelve a ser clave. También la resistencia. Al parecer este partido
no se gana jugando a la defensiva.
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